sábado, 11 de diciembre de 2010
LIMPIACRISTALES
Hoy he llorado por culpa de un limpiacristales. Sí, por culpa de un absurdo limpiacristales de supermercado, de esos de color azul y gatillo para disparar sobre las pantallas, ventanas y figuritas de decoración. Nunca antes le había prestado demasiada atención. Me gusta pararme frente a los yogures, ver sus diferencias, sus precios, sus infinitas propiedades que nunca llego a comprender. También analizo los estantes de pasta, con sus formas insólitas y sus cientos de nombres imposibles. A veces también miro los productos de charcutería, los champús, las conservas e incluso los detergentes. Pero nunca me detengo con los limpiacristales, siempre compro el primero que encuentro, quizá el más barato, cualquier oferta. Pero hoy, mientras limpiaba la mesa con los círculos realizados rítmicamente por mi mano derecha, he olido tu limpiacristales. Era el olor de tus sábados por la mañana, de tus quejas, de tu limpieza semanal. Y me he acordado de ti y de esta absurda epidemia y de tus manías y de nuestras inquietudes. Hoy, cuando ya no limpias los cristales del salón, he pensado en ti y en tu limpiacristales. Y me he sentado a comer galletas de mantequilla. Y he llorado.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
YO
Hoy me siento absurda, insuficiente, pequeña, estúpida, sola, diminutamente insignificante en mitad de una nada con espinas.
Hoy me siento agresiva, incómoda, impúdica, triste, desordenada, insignificantemente diminuta en mitad de un presente en ruinas.
Hoy me siento sincera, cansada, escuálida, adolescente, ingrata, enormemente inútil en mitad de mis noches y sus días.
Hoy me siento ahogada, patética, inmóvil, hostil, vacía, inútilmente enorme condenada al futuro,
eterno interrogante
agua pasada.
Hoy me siento agresiva, incómoda, impúdica, triste, desordenada, insignificantemente diminuta en mitad de un presente en ruinas.
Hoy me siento sincera, cansada, escuálida, adolescente, ingrata, enormemente inútil en mitad de mis noches y sus días.
Hoy me siento ahogada, patética, inmóvil, hostil, vacía, inútilmente enorme condenada al futuro,
eterno interrogante
agua pasada.
jueves, 7 de octubre de 2010
FELIZ 'NO CUMPLEAÑOS'
Nunca había tartas ni velas. Tampoco venían a verte ni el teléfono pedía a gritos un respiro. No había visitas familiares, ni ruido, ni regalos absurdos que nadie descambia. Era una especie de ‘no cumpleaños’, un día de cole, de lentejas con chorizo y algunos silencios. Era un día demasiado normal para ser un 6 de octubre.
Hoy tampoco hay tartas ni velas. No suena el teléfono y nadie viene a verme. No hay visitas familiares, ni ruido, ni regalos absurdos que nadie descambia. Pero hoy más que nunca, cuando paso la página del calendario y leo “uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede, por eso estoy aquí mirándote y echándote de menos”, me acuerdo de lo felices que eran aquellos ‘no cumpleaños’ llenos de cole y lentejas con chorizo. Aquellos 6 de octubre eran días de fiesta silenciosa, de sonrisas camufladas, de futuro.
Ya no nos vemos. Han pasado 57.
Te echo de menos.
Feliz cumpleaños.
Hoy tampoco hay tartas ni velas. No suena el teléfono y nadie viene a verme. No hay visitas familiares, ni ruido, ni regalos absurdos que nadie descambia. Pero hoy más que nunca, cuando paso la página del calendario y leo “uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede, por eso estoy aquí mirándote y echándote de menos”, me acuerdo de lo felices que eran aquellos ‘no cumpleaños’ llenos de cole y lentejas con chorizo. Aquellos 6 de octubre eran días de fiesta silenciosa, de sonrisas camufladas, de futuro.
Ya no nos vemos. Han pasado 57.
Te echo de menos.
Feliz cumpleaños.
martes, 21 de septiembre de 2010
INSTRUCCIONES PARA COGER EL SUEÑO
Hágase con una superficie, preferiblemente blanda, de aproximadamente dos metros de largo y un ancho superior al de su cuerpo. Para agilizar el desarrollo sitúela en un lugar oscuro y con un nivel mínimo de decibelios. Al haberse dado casos de sujetos que han logrado completar el proceso en el baño de un bar, en el patio de una guardería e incluso en posición vertical, todos los requisitos mencionados previamente pueden ser considerados meras recomendaciones. Sitúese sobre la superficie en posición horizontal. Se consideran válidas las posturas tradicionalmente llamadas ‘boca arriba’ (con la nuca situada encima de la superficie), ‘boca abajo’ (con la nuca apuntando hacia el techo) y ‘de lado’ (con la nuca en posición perpendicular). Para mejorar la comodidad y evitar dolores en la zona del cuello se recomienda hacer reposar la cabeza sobre un globo de tela relleno de plumas, denominado comúnmente ‘almohada’. Se trata de un objeto de uso habitual, fácil de adquirir tanto en pequeños establecimientos como en grandes almacenes. Una vez seleccionada la postura más agradable, comienza la fase más compleja del proceso. Baje los párpados hasta que sus ojos queden parcial o totalmente cerrados. Varios especialistas han intentado completar el procedimiento sin realizar este paso, pero no han tenido el éxito esperado, por lo que se considera un requisito indispensable. A continuación elimine los pensamientos y reflexiones de su mente. Olvide los papeles del cajón del despacho, el regalo de cumpleaños pendiente, los correos electrónicos sin respuesta y las visitas al dentista. Con la mente en blanco, respire de forma acompasada hasta alcanzar un estado de inconsciencia temporal. Algunos expertos recomiendan contar animales blancos rítmicamente hasta el infinito, pero no se ha podido demostrar científicamente la eficacia de este procedimiento.
Nota: para tomar conciencia del éxito de la labor realizada habrá que esperar algunas horas. Curiosamente, el sujeto que lleva a cabo los pasos anteriormente detallados nunca es capaz de recordar el momento exacto en que se completa el proceso. Por el momento no se han encontrado soluciones al respecto.
Nota: para tomar conciencia del éxito de la labor realizada habrá que esperar algunas horas. Curiosamente, el sujeto que lleva a cabo los pasos anteriormente detallados nunca es capaz de recordar el momento exacto en que se completa el proceso. Por el momento no se han encontrado soluciones al respecto.
viernes, 17 de septiembre de 2010
ME ACUERDO...
Me acuerdo del día que convencí a mi madre para comprarme aquellos yogures que nunca comería sólo para conseguir unos rotuladores mágicos Danone.
Me acuerdo de las mantis religiosas enjauladas en un frasco de mermelada y de nosotros, ingenuos, esperando a que se cumpliera el ritual.
Me acuerdo de un beso casto y a traición robado mientras la pantalla proyectaba las últimas imágenes de ‘Mi chica 2’.
Me acuerdo de mi madre tendiendo la ropa, siempre de noche y a media luz, para evitar que el olor a fritanga del patio interior ganara la partida al detergente.
Me acuerdo de mi hermana sentada cada tarde frente al televisor, esperando ansiosa el final de ‘Heidi’ para cantar aquella pegadiza canción japonesa.
Me acuerdo de mi abuelo regando el huerto. Llevaba chanclas de playa, bermudas verdes descoloridas y aquella inconfundible camiseta de los Juegos Olímpicos de Barcelona que regalaban con el Cola-Cao de cinco kilos. Mientras, yo comía un tomate de los de verdad y disfrutaba del olor a césped recién cortado.
Me acuerdo de las clases a las que nunca fuimos y de los libros subrayados con rotulador verde. De la ‘Guerra de las Galias’ y el principio de Arquímedes. Del aparato reproductor masculino y las impertinentes ecuaciones de segundo grado. Del ‘Azul’ de Darío y el pensador de Rodin. De antes de ayer y pasado mañana.
Me acuerdo de una noche de verano en un piso de 30 metros cuadrados. Hacía bochorno y los murmullos del locutor narraban el primer partido de la liga polaca. Un gato negro entró por la ventana. No recuerdo si escapó.
Me acuerdo de la maldita rotura de nariz en el patio del cole, de aquel bruto de 3º de EGB, del suelo de asfalto, de la señorita Esperanza.
Me acuerdo de las mantis religiosas enjauladas en un frasco de mermelada y de nosotros, ingenuos, esperando a que se cumpliera el ritual.
Me acuerdo de un beso casto y a traición robado mientras la pantalla proyectaba las últimas imágenes de ‘Mi chica 2’.
Me acuerdo de mi madre tendiendo la ropa, siempre de noche y a media luz, para evitar que el olor a fritanga del patio interior ganara la partida al detergente.
Me acuerdo de mi hermana sentada cada tarde frente al televisor, esperando ansiosa el final de ‘Heidi’ para cantar aquella pegadiza canción japonesa.
Me acuerdo de mi abuelo regando el huerto. Llevaba chanclas de playa, bermudas verdes descoloridas y aquella inconfundible camiseta de los Juegos Olímpicos de Barcelona que regalaban con el Cola-Cao de cinco kilos. Mientras, yo comía un tomate de los de verdad y disfrutaba del olor a césped recién cortado.
Me acuerdo de las clases a las que nunca fuimos y de los libros subrayados con rotulador verde. De la ‘Guerra de las Galias’ y el principio de Arquímedes. Del aparato reproductor masculino y las impertinentes ecuaciones de segundo grado. Del ‘Azul’ de Darío y el pensador de Rodin. De antes de ayer y pasado mañana.
Me acuerdo de una noche de verano en un piso de 30 metros cuadrados. Hacía bochorno y los murmullos del locutor narraban el primer partido de la liga polaca. Un gato negro entró por la ventana. No recuerdo si escapó.
Me acuerdo de la maldita rotura de nariz en el patio del cole, de aquel bruto de 3º de EGB, del suelo de asfalto, de la señorita Esperanza.
sábado, 21 de agosto de 2010
SIETE AÑOS
- Te he dicho mil veces que tiendas la ropa por la noche.
Es verdad. Lo mejor es hacerlo después de cenar, cuando ya ha desaparecido el olor a fritanga del patio interior, pero siempre se me olvida.
- Casi no has cambiado, pero tienes ojeras y los ojos más tristes.
- Estoy bien, no te preocupes.
- Tienes que fregar los platos cuando acabas de cenar, si no se quedan resecos y luego no hay quien quite la grasa.
- Ya no vivo aquí.
- Lo sé, pero seguro que allí haces lo mismo.
Me cuesta hablar. Las palabras salen de mi boca en un impulso casi automático, como si tuvieran vida propia. Son las tres, pero no tengo sueño. El calor de agosto entra por la ventana.
- ¿Te diviertes?
- Sí, a veces.
- ¿Cuántas veces?
- No sé, de vez en cuando.
- Siempre has sido demasiado responsable. Tienes que salir más, pasártelo bien, olvidarte de los problemas, tomar tus propias decisiones.
- A lo mejor mis propias decisiones no son las mejores.
- Las mías tampoco lo fueron, pero no las cambiaría.
Tiene razón. Ella siempre tiene razón.
- Tengo que irme.
- ¿Ya? ¿Tan pronto?
- Buenas noches.
- ¿Tan pronto?
- …
- Buenas noches.
- …
No me duermo. En agosto siempre es más difícil coger el sueño. Especialmente cuando hace calor y no entra aire por la ventana.
Es verdad. Lo mejor es hacerlo después de cenar, cuando ya ha desaparecido el olor a fritanga del patio interior, pero siempre se me olvida.
- Casi no has cambiado, pero tienes ojeras y los ojos más tristes.
- Estoy bien, no te preocupes.
- Tienes que fregar los platos cuando acabas de cenar, si no se quedan resecos y luego no hay quien quite la grasa.
- Ya no vivo aquí.
- Lo sé, pero seguro que allí haces lo mismo.
Me cuesta hablar. Las palabras salen de mi boca en un impulso casi automático, como si tuvieran vida propia. Son las tres, pero no tengo sueño. El calor de agosto entra por la ventana.
- ¿Te diviertes?
- Sí, a veces.
- ¿Cuántas veces?
- No sé, de vez en cuando.
- Siempre has sido demasiado responsable. Tienes que salir más, pasártelo bien, olvidarte de los problemas, tomar tus propias decisiones.
- A lo mejor mis propias decisiones no son las mejores.
- Las mías tampoco lo fueron, pero no las cambiaría.
Tiene razón. Ella siempre tiene razón.
- Tengo que irme.
- ¿Ya? ¿Tan pronto?
- Buenas noches.
- ¿Tan pronto?
- …
- Buenas noches.
- …
No me duermo. En agosto siempre es más difícil coger el sueño. Especialmente cuando hace calor y no entra aire por la ventana.
lunes, 2 de agosto de 2010
ESPALDAS
Necesito mirar de espaldas al mundo,
quererme y odiarme,
sentarme en un parque sin gente,
escupirme, rendirme, soñarme despierta.
Necesito beber de otros sueños,
gritar mis fracasos en medio del ruido,
esquivar las sonrisas de chalé de extrarradio,
reírme, guiñarle un ojo a las malas compañías.
Necesito ignorar las miradas cansadas,
esconder las terribles ojeras del tedio,
caerme en un charco de angustia,
emborracharme, perderme en tu espalda.
quererme y odiarme,
sentarme en un parque sin gente,
escupirme, rendirme, soñarme despierta.
Necesito beber de otros sueños,
gritar mis fracasos en medio del ruido,
esquivar las sonrisas de chalé de extrarradio,
reírme, guiñarle un ojo a las malas compañías.
Necesito ignorar las miradas cansadas,
esconder las terribles ojeras del tedio,
caerme en un charco de angustia,
emborracharme, perderme en tu espalda.
martes, 20 de julio de 2010
DESCONFIANZA
- Hace tiempo que dejé de confiar en ti.
Él arranca del suelo esas ocho palabras, una a una, para que duelan un poco menos. No lo entiende, o tal vez sí.
- ¿Lo dices en serio?
Ella agacha la cabeza. Hace calor y le suda la nuca. No es el mejor momento para los matices. Respira en silencio.
- Sí.
Él sabe que ella dice la verdad. Conoce sus movimientos, su manera de hablar a media voz, sus ojos inquietos, su media sonrisa escondida.
Ella come chicle. Mastica en un acto mecánico. Piensa en un invierno más frío, o tal vez no.
- Buen viaje.
Se despiden. Suenan dos besos. Se baja el telón.
Él arranca del suelo esas ocho palabras, una a una, para que duelan un poco menos. No lo entiende, o tal vez sí.
- ¿Lo dices en serio?
Ella agacha la cabeza. Hace calor y le suda la nuca. No es el mejor momento para los matices. Respira en silencio.
- Sí.
Él sabe que ella dice la verdad. Conoce sus movimientos, su manera de hablar a media voz, sus ojos inquietos, su media sonrisa escondida.
Ella come chicle. Mastica en un acto mecánico. Piensa en un invierno más frío, o tal vez no.
- Buen viaje.
Se despiden. Suenan dos besos. Se baja el telón.
miércoles, 23 de junio de 2010
AYER
Ayer no estabas. No escuchamos las mismas canciones, ni volvimos a casa en coche, ni me acosté a tu lado, ni me quedé dormida sin darme cuenta, ni me desperté mientras tú aún dormías.
Todo empezó con uno de esos temas que nunca oímos juntos. Nueva etapa, nueva realidad. Apenas dos canciones después, una frase impertinente, “prefiero la guerra contigo al invierno sin ti”, vino para recordarme que aún existes. La gente desapareció y me quedé sola ante un escenario, una pantalla y una voz cazallera. Soles, meses de abril, calles con nombre de tristeza, princesas sepultadas por el tiempo y el espacio, medias negras, peces de ciudad, trenes que naufragan en tus días y mis noches.
El solo del pianista sustituyó los momentos compartidos a la orilla de la chimenea por un juego de consecuencias imprevistas. Y recordé que tú eres cada vez más tú y yo más yo, sin apenas rastro de aquel nosotros que construimos.
Ayer no estabas. No escuchamos las mismas canciones, ni volvimos a casa en coche, ni me acosté a tu lado, ni me quedé dormida sin darme cuenta, ni me desperté mientras tú aún dormías. ¿Cómo voy a olvidar todo tan deprisa?
Todo empezó con uno de esos temas que nunca oímos juntos. Nueva etapa, nueva realidad. Apenas dos canciones después, una frase impertinente, “prefiero la guerra contigo al invierno sin ti”, vino para recordarme que aún existes. La gente desapareció y me quedé sola ante un escenario, una pantalla y una voz cazallera. Soles, meses de abril, calles con nombre de tristeza, princesas sepultadas por el tiempo y el espacio, medias negras, peces de ciudad, trenes que naufragan en tus días y mis noches.
El solo del pianista sustituyó los momentos compartidos a la orilla de la chimenea por un juego de consecuencias imprevistas. Y recordé que tú eres cada vez más tú y yo más yo, sin apenas rastro de aquel nosotros que construimos.
Ayer no estabas. No escuchamos las mismas canciones, ni volvimos a casa en coche, ni me acosté a tu lado, ni me quedé dormida sin darme cuenta, ni me desperté mientras tú aún dormías. ¿Cómo voy a olvidar todo tan deprisa?
jueves, 10 de junio de 2010
ALTA FIDELIDAD
Amanece despejado.
Me tropiezo con la almohada e intento escapar de la claridad impertinente que se cuela por el cristal.
No confío en nada.
Antes todo era cierto y ahora es una madeja confusa de hilos sin desenredar.
No me importa la incertidumbre.
Prefiero un mañana confuso a la estabilidad absurda de un antes de ayer prefabricado.
Hoy me siento especial.
Me miro en un espejo salpicado con cal de agua del grifo y reconozco mi reflejo.
No soy aquella que se montaba cada viernes en un coche pagado a plazos.
Hace meses que abandoné la ingenuidad de la eterna adolescente,
que perdí el acné de los portales de barrio
y emborroné mis días y tus noches.
Somos dos estúpidos pájaros mojados que aún pelean por volar.
Nos paramos en cualquier tejado.
Miramos al suelo y a un cielo estrellado.
Amanece despejado.
Alta fidelidad.
Me tropiezo con la almohada e intento escapar de la claridad impertinente que se cuela por el cristal.
No confío en nada.
Antes todo era cierto y ahora es una madeja confusa de hilos sin desenredar.
No me importa la incertidumbre.
Prefiero un mañana confuso a la estabilidad absurda de un antes de ayer prefabricado.
Hoy me siento especial.
Me miro en un espejo salpicado con cal de agua del grifo y reconozco mi reflejo.
No soy aquella que se montaba cada viernes en un coche pagado a plazos.
Hace meses que abandoné la ingenuidad de la eterna adolescente,
que perdí el acné de los portales de barrio
y emborroné mis días y tus noches.
Somos dos estúpidos pájaros mojados que aún pelean por volar.
Nos paramos en cualquier tejado.
Miramos al suelo y a un cielo estrellado.
Amanece despejado.
Alta fidelidad.
martes, 1 de junio de 2010
Kairós
Era tarde, o quizá demasiado temprano. La lluvia de agosto derrapaba sin piedad ni bicicleta. Los pasillos de eternidad camuflaban una esperanza cada vez más difuminada. Ruidos entrecortados invadían el hospital, coto privado sin derecho a vacaciones, manojo de nervios disfrazados de preguntas alejadas de las respuestas. Bajé de un autobús con retraso. Recorrí el espacio que me separaba de la habitación 624, planta cuarta, ala A. Las ilusiones del adolescente con ganas de comerse el universo a dentelladas se disipaban ante la llegada inminente de la realidad, que amenazaba con robar los suspiros de un verano que olvidaba el pantalón corto y las tiritas con mercromina. Abrí la puerta y me miró, en silencio, suplicando la compañía que el adulto desprevenido era incapaz de regalarle. Hacía mucho que el destino jugaba a esconder los minutos del reloj bajo la almohada, que el mañana era un ‘tal vez’ inalcanzable. Cené de espaldas a la ventana y sintonicé el enésimo partido de pretemporada. Ella luchaba contra sus párpados caídos e intentaba articular monosílabos entrecortados. El cansancio me regaló tres horas de sueño, sobresaltadas ante la necesidad de escuchar el compás de una respiración con fecha de caducidad. Hacía tiempo que me había acostumbrado a compartir sueños con las sillas de una habitación de hospital, que mi despertador era un trajín de termómetros. Las tres de la mañana sobresaltaron mi rutina onírica. Angustia, gritos, ansiedad dispuesta a arrebatarme los últimos retazos de una niñez desvanecida. Las batas blancas me invitaron a tranquilizarme en el pasillo nocturno de un agosto cualquiera. Inmóvil, inexpresivo, inerte. La vida pasó por delante en sólo unos segundos. Tal vez desde entonces nunca sería suficiente.
sábado, 17 de abril de 2010
HAIKUS
Siempre escribe haikus mientras espera al tren.
Todavía se pinta las uñas y compra caramelos de violeta.
A veces cruza su mirada con desconocidos,
recibe sonrisas llenas de prisa y cansancio
y se siente extrañamente feliz.
Nunca coge el tren de la vía 5,
dirección El Escorial-Santa María de la Alameda.
Prefiere esperar al siguiente,
mantener los hábitos,
llegar diez minutos tarde.
Hoy ha acabado un nuevo haiku.
"Incertidumbre,
abro el paraguas triste,
otros colores"
El tren de la línea 5 le guiña el ojo.
Decide dar un portazo a su plastificada monotonía.
Empieza a llover.
Todavía se pinta las uñas y compra caramelos de violeta.
A veces cruza su mirada con desconocidos,
recibe sonrisas llenas de prisa y cansancio
y se siente extrañamente feliz.
Nunca coge el tren de la vía 5,
dirección El Escorial-Santa María de la Alameda.
Prefiere esperar al siguiente,
mantener los hábitos,
llegar diez minutos tarde.
Hoy ha acabado un nuevo haiku.
"Incertidumbre,
abro el paraguas triste,
otros colores"
El tren de la línea 5 le guiña el ojo.
Decide dar un portazo a su plastificada monotonía.
Empieza a llover.
viernes, 9 de abril de 2010
LAS CHICAS
Las chicas ya no hacen proyectos,
no escuchan sus discos plagados de polvo
ni compran caramelos a granel.
Ahora pernoctan en pensiones del centro,
sueñan despiertas con dar portazos al mundo
y se desnudan pensando en otras miradas.
Las chicas ya no escriben poemas de saldo,
no emborronan recortes de revistas
ni llegan tarde al último tren.
Ahora se masturban en un ascensor,
escupen las ruinas de un presente hostil
y huelen a colonia de hombre casado.
Las chicas ya olvidaron su nombre,
nunca comen en casa de mamá
ni compran regalos en las rebajas.
Ahora se insultan frente al espejo,
respiran un asco entrecortado
y recogen la mugre de un piso compartido.
Las chicas ya no suspenden matemáticas,
no mienten por teléfono
ni ahorran monedas para ir al estanco.
Ahora pasean sin rumbo en cualquier parque,
lloran rímel de tienda de barrio
y se caen en la escalera,
lentamente.
no escuchan sus discos plagados de polvo
ni compran caramelos a granel.
Ahora pernoctan en pensiones del centro,
sueñan despiertas con dar portazos al mundo
y se desnudan pensando en otras miradas.
Las chicas ya no escriben poemas de saldo,
no emborronan recortes de revistas
ni llegan tarde al último tren.
Ahora se masturban en un ascensor,
escupen las ruinas de un presente hostil
y huelen a colonia de hombre casado.
Las chicas ya olvidaron su nombre,
nunca comen en casa de mamá
ni compran regalos en las rebajas.
Ahora se insultan frente al espejo,
respiran un asco entrecortado
y recogen la mugre de un piso compartido.
Las chicas ya no suspenden matemáticas,
no mienten por teléfono
ni ahorran monedas para ir al estanco.
Ahora pasean sin rumbo en cualquier parque,
lloran rímel de tienda de barrio
y se caen en la escalera,
lentamente.
lunes, 1 de febrero de 2010
Lunes de cumpleaños
Arranco la primera hoja de un calendario cada vez más ajeno.
Febrero llega cargado de nostalgia, esquivo e indiferente.
Los días se hacen un poco más largos y el tiempo burla las horas.
Ya es tarde para volver a regalarnos promesas en un coche mal aparcado,
para intercambiar sonrisas en los pasillos de una redacción de provincia,
para comernos las semanas al ritmo de un latido compartido,
para escribir sueños en la última hoja de cualquier cuaderno,
para recibir correos electrónicos de madrugada
y jurarnos pasados mañana compartidos.
Hoy sólo puedo regalarte mis recuerdos y alguna sonrisa cómplice.
Feliz cumpleaños.
Febrero llega cargado de nostalgia, esquivo e indiferente.
Los días se hacen un poco más largos y el tiempo burla las horas.
Ya es tarde para volver a regalarnos promesas en un coche mal aparcado,
para intercambiar sonrisas en los pasillos de una redacción de provincia,
para comernos las semanas al ritmo de un latido compartido,
para escribir sueños en la última hoja de cualquier cuaderno,
para recibir correos electrónicos de madrugada
y jurarnos pasados mañana compartidos.
Hoy sólo puedo regalarte mis recuerdos y alguna sonrisa cómplice.
Feliz cumpleaños.
sábado, 30 de enero de 2010
Reconocerse
Me miro y no me reconozco.
Enciendo la luz del cuarto de baño y sólo veo moratones en mi conciencia.
Me lavo los dientes y pienso que ya es hora de depilarme las cejas,
aunque siempre encuentro alguna excusa para olvidar mi reflejo y mis ojeras.
Han pasado muchos meses desde la última vez que me encontré conmigo cara a cara.
Entonces me miraba en el espejo y contemplaba mi ilusión, sus dudas, nuestros miedos.
Ahora el cristal me devuelve angustia, facturas y pensamientos de un futuro inconexo.
Suena el telefonillo y corro a abrir la puerta.
Le miro en silencio.
Hace mucho que abandonamos la perfección de las parejas felices.
Ahora sólo somos dos extraños condenados a no entenderse y a quererse a ratos.
Enciendo la calefacción en este invierno anticipado.
Vuelvo al cuarto de baño,
cojo las pinzas de depilar y me miro otra vez en el espejo.
Soy yo, aunque no me reconozco.
Enciendo la luz del cuarto de baño y sólo veo moratones en mi conciencia.
Me lavo los dientes y pienso que ya es hora de depilarme las cejas,
aunque siempre encuentro alguna excusa para olvidar mi reflejo y mis ojeras.
Han pasado muchos meses desde la última vez que me encontré conmigo cara a cara.
Entonces me miraba en el espejo y contemplaba mi ilusión, sus dudas, nuestros miedos.
Ahora el cristal me devuelve angustia, facturas y pensamientos de un futuro inconexo.
Suena el telefonillo y corro a abrir la puerta.
Le miro en silencio.
Hace mucho que abandonamos la perfección de las parejas felices.
Ahora sólo somos dos extraños condenados a no entenderse y a quererse a ratos.
Enciendo la calefacción en este invierno anticipado.
Vuelvo al cuarto de baño,
cojo las pinzas de depilar y me miro otra vez en el espejo.
Soy yo, aunque no me reconozco.
viernes, 22 de enero de 2010
Buenas noches
Siento frío.
Nieva en el último escalón de una escalera que desemboca en ninguna parte.
Ya no me escondo.
Doy la cara.
Tiro de la puerta de un piso de alquiler condenado a la falta de entendimiento.
Estoy cansada.
Entiendo el sinsentido de esta realidad nublada.
Me arropo.
Suena la alarma de un despertador condenado a madrugar.
No le beso.
Demasiado tarde para pensar en lo que pudo haber sido.
Buenas noches.
Nieva en el último escalón de una escalera que desemboca en ninguna parte.
Ya no me escondo.
Cierro la nevera de un antes de ayer entrecortado.
Doy la cara.
Tiro de la puerta de un piso de alquiler condenado a la falta de entendimiento.
Estoy cansada.
Entiendo el sinsentido de esta realidad nublada.
Me arropo.
Suena la alarma de un despertador condenado a madrugar.
No le beso.
Demasiado tarde para pensar en lo que pudo haber sido.
Buenas noches.
jueves, 21 de enero de 2010
Naufragio consentido
Día 0 de este naufragio consentido. Pido una tregua en estos difíciles días de asfalto y bostezos. Llego tarde a cualquier parte. Echo a andar.
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