Me miro y no me reconozco.
Enciendo la luz del cuarto de baño y sólo veo moratones en mi conciencia.
Me lavo los dientes y pienso que ya es hora de depilarme las cejas,
aunque siempre encuentro alguna excusa para olvidar mi reflejo y mis ojeras.
Han pasado muchos meses desde la última vez que me encontré conmigo cara a cara.
Entonces me miraba en el espejo y contemplaba mi ilusión, sus dudas, nuestros miedos.
Ahora el cristal me devuelve angustia, facturas y pensamientos de un futuro inconexo.
Suena el telefonillo y corro a abrir la puerta.
Le miro en silencio.
Hace mucho que abandonamos la perfección de las parejas felices.
Ahora sólo somos dos extraños condenados a no entenderse y a quererse a ratos.
Enciendo la calefacción en este invierno anticipado.
Vuelvo al cuarto de baño,
cojo las pinzas de depilar y me miro otra vez en el espejo.
Soy yo, aunque no me reconozco.
sábado, 30 de enero de 2010
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