Me miro y no me reconozco.
Enciendo la luz del cuarto de baño y sólo veo moratones en mi conciencia.
Me lavo los dientes y pienso que ya es hora de depilarme las cejas,
aunque siempre encuentro alguna excusa para olvidar mi reflejo y mis ojeras.
Han pasado muchos meses desde la última vez que me encontré conmigo cara a cara.
Entonces me miraba en el espejo y contemplaba mi ilusión, sus dudas, nuestros miedos.
Ahora el cristal me devuelve angustia, facturas y pensamientos de un futuro inconexo.
Suena el telefonillo y corro a abrir la puerta.
Le miro en silencio.
Hace mucho que abandonamos la perfección de las parejas felices.
Ahora sólo somos dos extraños condenados a no entenderse y a quererse a ratos.
Enciendo la calefacción en este invierno anticipado.
Vuelvo al cuarto de baño,
cojo las pinzas de depilar y me miro otra vez en el espejo.
Soy yo, aunque no me reconozco.
sábado, 30 de enero de 2010
viernes, 22 de enero de 2010
Buenas noches
Siento frío.
Nieva en el último escalón de una escalera que desemboca en ninguna parte.
Ya no me escondo.
Doy la cara.
Tiro de la puerta de un piso de alquiler condenado a la falta de entendimiento.
Estoy cansada.
Entiendo el sinsentido de esta realidad nublada.
Me arropo.
Suena la alarma de un despertador condenado a madrugar.
No le beso.
Demasiado tarde para pensar en lo que pudo haber sido.
Buenas noches.
Nieva en el último escalón de una escalera que desemboca en ninguna parte.
Ya no me escondo.
Cierro la nevera de un antes de ayer entrecortado.
Doy la cara.
Tiro de la puerta de un piso de alquiler condenado a la falta de entendimiento.
Estoy cansada.
Entiendo el sinsentido de esta realidad nublada.
Me arropo.
Suena la alarma de un despertador condenado a madrugar.
No le beso.
Demasiado tarde para pensar en lo que pudo haber sido.
Buenas noches.
jueves, 21 de enero de 2010
Naufragio consentido
Día 0 de este naufragio consentido. Pido una tregua en estos difíciles días de asfalto y bostezos. Llego tarde a cualquier parte. Echo a andar.
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