martes, 21 de septiembre de 2010

INSTRUCCIONES PARA COGER EL SUEÑO

Hágase con una superficie, preferiblemente blanda, de aproximadamente dos metros de largo y un ancho superior al de su cuerpo. Para agilizar el desarrollo sitúela en un lugar oscuro y con un nivel mínimo de decibelios. Al haberse dado casos de sujetos que han logrado completar el proceso en el baño de un bar, en el patio de una guardería e incluso en posición vertical, todos los requisitos mencionados previamente pueden ser considerados meras recomendaciones. Sitúese sobre la superficie en posición horizontal. Se consideran válidas las posturas tradicionalmente llamadas ‘boca arriba’ (con la nuca situada encima de la superficie), ‘boca abajo’ (con la nuca apuntando hacia el techo) y ‘de lado’ (con la nuca en posición perpendicular). Para mejorar la comodidad y evitar dolores en la zona del cuello se recomienda hacer reposar la cabeza sobre un globo de tela relleno de plumas, denominado comúnmente ‘almohada’. Se trata de un objeto de uso habitual, fácil de adquirir tanto en pequeños establecimientos como en grandes almacenes. Una vez seleccionada la postura más agradable, comienza la fase más compleja del proceso. Baje los párpados hasta que sus ojos queden parcial o totalmente cerrados. Varios especialistas han intentado completar el procedimiento sin realizar este paso, pero no han tenido el éxito esperado, por lo que se considera un requisito indispensable. A continuación elimine los pensamientos y reflexiones de su mente. Olvide los papeles del cajón del despacho, el regalo de cumpleaños pendiente, los correos electrónicos sin respuesta y las visitas al dentista. Con la mente en blanco, respire de forma acompasada hasta alcanzar un estado de inconsciencia temporal. Algunos expertos recomiendan contar animales blancos rítmicamente hasta el infinito, pero no se ha podido demostrar científicamente la eficacia de este procedimiento.

Nota: para tomar conciencia del éxito de la labor realizada habrá que esperar algunas horas. Curiosamente, el sujeto que lleva a cabo los pasos anteriormente detallados nunca es capaz de recordar el momento exacto en que se completa el proceso. Por el momento no se han encontrado soluciones al respecto.

viernes, 17 de septiembre de 2010

ME ACUERDO...

Me acuerdo del día que convencí a mi madre para comprarme aquellos yogures que nunca comería sólo para conseguir unos rotuladores mágicos Danone.

Me acuerdo de las mantis religiosas enjauladas en un frasco de mermelada y de nosotros, ingenuos, esperando a que se cumpliera el ritual.

Me acuerdo de un beso casto y a traición robado mientras la pantalla proyectaba las últimas imágenes de ‘Mi chica 2’.

Me acuerdo de mi madre tendiendo la ropa, siempre de noche y a media luz, para evitar que el olor a fritanga del patio interior ganara la partida al detergente.

Me acuerdo de mi hermana sentada cada tarde frente al televisor, esperando ansiosa el final de ‘Heidi’ para cantar aquella pegadiza canción japonesa.

Me acuerdo de mi abuelo regando el huerto. Llevaba chanclas de playa, bermudas verdes descoloridas y aquella inconfundible camiseta de los Juegos Olímpicos de Barcelona que regalaban con el Cola-Cao de cinco kilos. Mientras, yo comía un tomate de los de verdad y disfrutaba del olor a césped recién cortado.

Me acuerdo de las clases a las que nunca fuimos y de los libros subrayados con rotulador verde. De la ‘Guerra de las Galias’ y el principio de Arquímedes. Del aparato reproductor masculino y las impertinentes ecuaciones de segundo grado. Del ‘Azul’ de Darío y el pensador de Rodin. De antes de ayer y pasado mañana.

Me acuerdo de una noche de verano en un piso de 30 metros cuadrados. Hacía bochorno y los murmullos del locutor narraban el primer partido de la liga polaca. Un gato negro entró por la ventana. No recuerdo si escapó.

Me acuerdo de la maldita rotura de nariz en el patio del cole, de aquel bruto de 3º de EGB, del suelo de asfalto, de la señorita Esperanza.